Lo primero que vimos al llegar fue que son muchas escaleras por subir y no tiene rampa, de tal modo que si llegan personas de la 3a edad o con alguna discapacidad es muy difícil su acceso :-( tampoco hubo alguien del hotel que nos ayudara a subir y bajar las maletas a y de la recepción, por otro lado en seguida nos dimos cuenta que le hace falta mucho mantenimiento a las instalaciones del hotel. Así como el hotel, los camastros son como de los picapiedras, nada cómodos, son de madera vieja e incómodos, a la alberca no le cambian el agua, se ve turbia, yo no me metí a nadar :-( en el área de la playa no hay suficientes camastros, cuando intentamos ocupar dos, nos dijeron que tenían un costo de $300 cada uno. Algo que me pareció muy triste es que la segunda noche que estuvimos ahí, me puse mal de salud y necesitaba tomarme un medicamento, en recepción nadie me contestó, tenía un dolor extremadamente fuerte y tuve que bajar a recepción a solicitar agua y la chica me dijo que las botellitas de agua que nos dejaron el primer día era a todo lo que teníamos derecho, que si necesitaba más la tenía que comprar y que la tienda del hotel estaba cerrada y no me la podía vender, le supliqué que me consiguiera agua y me dijo que no tenía permitido darme agua :-( pero me vio tan mal, que se fue a su oficina y me dio un vasito de agua, en eso sí me quedó muy mal sabor de boca, ¡¿cómo es que son tan inflexibles a indolentes en cuestiones de salud?!!! LO RESCATABLE: La comida aunque no muy variada, sí fue muuuuy rica, su personal muy atento, se respira paz en el hotel, no es ruidoso, en el bar por las noches se está muy a gusto y las bebidas están ricas. CONCLUCIÓN : No volvería a hospedarme ahí, creo que buscaría otra opción,
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