Reservamos este hotel para llegar justo a dormir y continuar viaje por la mañana y así hicimos. Llegamos un poco antes de las 10 de la noche y mientras hacíamos el checking preguntamos para cenar allí y nos dijeros que pidiéramos ya algo porque la cocina cerraba a las 10. No pudimos cenar lo que nos apetecía pero por lo menos nos hicieron un bocata de tortilla y una ensalada, aunque fuera corriendo. Se agradece porque llegamos cansados y hacía una noche fresca y ventosa y no nos apetecía coger el coche e ir a buscar nada. Mientras nos hacían la cena subimos corriendo a dejar las maletas y vimos que faltaba una cama, habíamos reservado para 3, lo comunicamos en recepción y al volver ya estaba colocada, eso sí, si la habitación ya era pequeña la metieron con calzador, además estaba medio hundida, las 3 camas pegadas, sin sitio para movernos, bastante incómodo. Teníamos el desayuno incluido, muy básico, embutido frio, fruta y bollería, tostar el pan imposible, hacía falta meterlo 4 veces en la máquina. El comedor con mesas y sillas de plástico, de las de terraza y unos manteles rojos bastante sucios, que no se cambiaban. Tanto en el bar, como en recepción, como en el desayuno falta personal, únicamente una persona para servir, recoger, reponer.... es imposible. No son nada agradables la verdad, tienen cara de agobiados y de no disfrutar de su trabajo.
