Sesimbra es un pueblo pesquero que creció de manera caótica y sin gusto. El hotel está ubicado en la parte alta del pueblo en el medio de la nada. Para ir a la playa, has de cruzar un entramado nada apetecible de pequeños callejones y escaleras. El Hotel tiene un servicio de shuttle que te lleva hasta una esquina del pueblo con un horario muy restringido. El establecimiento consta de un gran edificio donde se encuentra la recepción y un enjambre de habitaciones y sin salones u otros servicios que hagan que vuelvas después del check-in. Cruzando la calle, hay otro edificio, este bajo, de habitaciones con terraza, donde estuvimos cuatro noches. Escoge bien la habitación porque en algunas, la terraza es un rincón enfrentado a un pasillo y un paredón. Para ir al comedor, debes cruzar un pasillo al aire libre, subir unas escaleras y, entonces, tienes dos opciones: pequeño ascensor más laberinto de pasillos interiores o 62 escalones de escaleras. La habitación no está mal si no fuese por el baño enano (sobre todo para un 5 estrellas!), en el cual la puerta es “batiente”, la taza del inodoro “oscilante” y el papel higiénico cutre de todo. Además, la caja fuerte no funcionaba (nos la arreglaron), el teléfono no funcionaba (y así quedó) y el wifi funcionó... sin acceso a Internet. Sobre el personal, me ceñiré al servicio de restaurante porque fue el único personal que vimos salvo una persona en la recepción a la llegada y a la salida. El personal digamos que fue variable: algún/a empleado/a profesional pero la mayoría sin formación ni, me atrevería a decir, cualidades. En resumen: es un hotel de 5 estrellas que debería asimil**** a un apartotel de 4. Si se piensa como resort, no tiene ni instalaciones ni actividades ni superficie para ello.
Muy bueno
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