Mi experiencia en este hotel fue malísima. Nunca hago críticas totalmente negativas porque valoro siempre algo positivo pero en este caso creo que lo amerita ya que fuimos muy maltratados. He recorrido casi toda América y jamás me sucedió que no tuvieran ni el más mínimo interés en respetar al huésped y eso que ni siquiera estoy hablando de que realicen grandes acciones, ni que se desvivan por uno. Solamente esperábamos que nos trataran con un poco de cordialidad y respeto. Las empleadas de la recepción (una de ellas se llamaba Lidia) fueron muy mal educadas, por poco nos revolean las llaves y ninguna de las dos tuvo el decoro de indicarnos por dónde se accedía a las habitaciones tuvimos la ”suerte” de encontrarnos con otro empleado que nos ayudó con el equipaje y como pudo nos subió (por escalera ya que no hay ascensor) las valijas a los cuartos. Las habitaciones que habíamos reservado se suponían que eran para 4 personas cada una. En realidad nos dieron unas habitaciones con camas de plaza y media. Inútil intentar cambios de habitación, ya que nadie te dirige la mirada. El hotel tiene una piscina que es muy linda pero ni sueñen con que les van a dar toallas. Solicitamos 10 veces (sin exagerar) que nos dieran al menos un par pero no conseguimos nada. El desayuno no es la gran cosa pero está bien. Lo que realmente me sorprendió fue que tuviéramos que rogar (tampoco exagero) que nos dieran servilletas y cubiertos. Muy agotador! Al momento de usar el servicio de traslado al aeropuerto, que es lo más convocante que tiene este hotel, nos subimos como ganado todos encimados, sin respetar ninguna medida de seguridad. Sinceramente no recomiendo este hotel, es un desastre. Pocas veces vi tanta desidia en los empleados, tan pocas ganas de trabajar y tan mala atención. Me fui muy desilusionada!
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