Al llegar mala onda porque el recepcionista fue muy borde. Se mostró desinteresado y lo único que nos dijo fue que la reserva era para dos personas y no para 4, luego comprobó que se había equivocado. Llegó un compañero suyo y literalmente le preguntó si quería llevarnos él, como si le diera pereza recibirnos. Quisimos alquilar un carro de golf para ir a Punta Cocos y le dijo al encargado de este servicio, que era externo, que éramos 4 chavas, después nos dijo que no se alquilaban carros de golf porque había muchos charcos, lo cual era verdad. Nos sugirió alquilar los carros grandes 4x4 porque podían ir por charcos y cuando le dijimos que sí nos dejó esperando como media hora o más para luego decirnos que mejor alquilar dos quads o bicicletas. Solo nos ponía problemas. Finalmente alquilamos el carro grande de golf y íbamos con mucha precaución porque nos hicieron sentir que era super complicado cuando todo el mundo iba tranquilo y nos decía que podíamos pasar los charcos con ese carro sin problemas. Nos lo alquiló Pepe, que fue muy amable y encantador y también es taxista. Cuando nos estábamos yendo con Pepe en el carro, Víctor se río y nos preguntó si sabíamos manejar. No sabemos que le pasa, la verdad. Pepe estaba un poco demasiado preocupado pero se portó bien. Recomendamos alquilar con Pepe en Villas Tiburón, a pesar de Víctor. Las demás personas del hotel fueron geniales. Amber, el mesero de la playa nos cayó muy bien y nos encantó que amara los perritos. También los otros recepcionistas fueron muy agradables, también destaca Manuel, del Bar Alma. Las habitaciones normalitas. A nosotras nos tocó la 21 que tiene poca luz. La ducha muy bien, son habitaciones grandes y es limpio (menos las dos piscinas). Está alejado del centro pero en una zona muy bonita. Fuimos mucho caminando, está como a 15 minutos, y aunque es un poco palo, no tuvimos ningún problema en hacer lo que quisimos También se puede ir en bici. Las hamacas de la playa están super bien y se disfruta mucho.
Fabuloso
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