Usuario invitado
23 de septiembre de 2022
Tan pronto como llegamos a nuestro destino, salimos del automóvil y somos atacados de inmediato por un fuerte olor a aguas residuales. El Riad está ubicado en una calle no transitada, por lo que se nos une el chico que trabaja para la estructura que nos ayuda con las maletas, Ayoub. Un chico que, entre sus muchos talentos, también presume el de la paciencia, teniendo que aguantar al dueño del riad, una persona, digamos, muy presente, por tanto un elogio para Ayoub. El Riad tiene un precioso patio interior pero antes de llegar a él hay que pasar por un estrecho pasillo, también lleno del fuerte olor a cloaca. Las habitaciones igualmente malolientes dan a este patio, como es típico de los Riads, una pena que si quisieras abrir la ventana para cambiar el aire, los olores de la cocina realmente subirían y no hay circulación de aire real porque el patio está cerrado. por un techo de vidrio, mientras que del otro lado las ventanas dan a una calle interna de donde proviene el hedor antes mencionado. Para embarazar aún más este olor está el mobiliario, compuesto por viejos elementos de madera que desprenden otros olores desagradables (de la cama, al armario, a los marcos de las ventanas arruinados). Hay muebles voluminosos que no te dejan caminar y solo te quitan el espacio que necesitas para moverte dentro. Otro punto doloroso es el baño, pequeño, equipado con una ducha estrecha y vieja que se cierra con una cortina de plástico sucia. Además, al menos nuestra habitación, era muy ruidosa, de hecho por la noche había ruidos de la calle, incluyendo ladridos de perros y gritos de gente. El desayuno y la cena fueron normales, nada excepcional, de hecho yo diría que todo un poco comedido: en el desayuno nos sirvió dos tazas de café después en lugar de dejar la cafetera en la mesa la devolvió, mientras que si querías una segunda taza tenías para pedirlo siempre, el zumo de naranja parecía diluido con soda de naranja, las mermeladas envasadas, mientras que la cena proponía más o menos lo mismo pero en medidas siempre contenidas, en fin, nada excepcional respecto a otros Riads. El lado positivo es que la cena se sirve en una terraza, cuyo alféizar está lleno de excrementos de palomas y 3 motores de aire acondicionado, pero por otro lado puedes disfrutar de una hermosa vista de la medina. Si volviéramos a Fez, este no es uno de los riads a los que volvería.
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