Hospederia Monasterio de Rueda

Es una pena que una hospedería como la del monasterio de Rueda no tenga cuidado de los detalles básicos exigibles a un alojamiento de 4 estrellas: rincones llenos de mosquitos, ventanas con cristales sucios, ni una botella de agua en la habitacion, agua del grifo inbebible y lo peor…unas almohadas absolutamente incomodas por ser demasiado anchas. Fue imposible contactar con recepcion para pedir un cambio de almohadas y tampoco duncionaba la conecion wifi. En fin, una pena….

Este magnífico monasterio, se merece tener también una buena hospedería. Hasta el momento su historia ha sido accidentada y como clientes la conocemos bien. Esta vez con nueva dirección nos ha funcionado. Limpieza en la habitación, servicio correcto y buena gastronomía. Nos alegramos mucho y deseamos el mejor de los futuros, porque volveremos.

Gran oportunidad para alojarse en un monumento magníficamente restaurado y convertido en un alojamiento cómodo y confortable. Perfectamente ubicado par recorrer la mayoría de los pueblos de La Ruta del tambor y el bombo y asistir a la Rompida de la hora en alguno de ellos. No puedo dar los cinco puntos por el funcionamiento del desayuno buffet, que, que, aunque tenía productos de muy buena calidad, incluso con zumo recién exprimido, muy difícil de encontrar en casi ningún hotel, no funcionaba bien, a pesar de que la persona que lo atendía, QUE ERA UN MAGNIFICO PROFESIONAL y se desvivía por dar buen servicio, no daba abasto para, limpiar mesas, reponer buffet, atender peticiones de cocina... el comedor de un hotel de ese tamaño, especialmente en fin de semana de Semana Santa, necesita, al menos, dos o tres personas para dar un buen servicio.

Hemos ido 8 personas en el día del pilar a comer el menú degustación, menú cerrado, lo mismo para los 8 a 40€ por cabeza. El servicio ha sido pésimo: reserva a las 14:30, llevábamos más de una hora sentados y aún no nos habían servido el tercero de un menú de 5 platos ( insisto, menú degustación donde no había más opciones). Más de 20 minutos entre cada plato, hemos pedido más pan dos veces y tras otros 20 minutos nos han traído doble ronda de pan pero solo para media mesa, luego parece que han apretado el turbo pero para terminar a matacaballo y llevarse las copas de vino a la vez que los últimos platos habiendo vino en la botella aún. Si por lo menos la calidad de la comida hubiera estado al nivel del precio, tal vez no nos hubiéramos ido con esta sensación de quiero y no puedo, pero es que las raciones entre otras cosas eran completamente dispares entre la de una y otro comensal: platos con dos lomos decentes de bacalao contra otro que tenía un triste trozo con la mitad del tamaño. Los platos en general no valen lo que el menú cuesta, no están mal pero por ese precio espero algo diferente, además que el precio no incluye la bebida por lo que echa algún euro más si quieres comer ahí. Como resumen: comida que pretende ser y no es, servicio más que suficiente (3 camareros en una sala de unas 30 personas) pero que no sabes donde tienen la cabeza porque no pueden ir más perdidos, no sales con hambre porque tardan tanto entre platos que pierdes el apetito, pero por el tamaño de las raciones no es; y como desenlace final una cuenta de más de 50€ por barba si sumas agua y vino. No recomendable.