Estuvimos en una de las supuestas mejores habitaciones (con terraza y vista al mar, 225€ la noche). Anticuada, mal insonorizada, sucia (con gruesas bolas de pelusa bajo la cama y limpieza superficial del resto). El armario con una estantería metálica cutre, tipo verdulero de cocina. El cuarto de baño pequeño, con los cromados corroídos y sin un triste estante para dejar los productos de aseo. Lo peor, la peste a desagüe en la habitación y en el baño que obligaba a estar siempre con las ventanas abiertas. Bajábamos todos los días a la playa dejando puesto en la puerta el cartel para que hicieran la habitación. Al volver, dos horas después, el cuarto estaba siempre sin hacer. La encargada del comedor es poco profesional, tuteando a todo el mundo y muy borde, colocaba un cartel de ”reservado” en una de las mesas con vista al mar. Cuando te percatas de que en realidad no existe la reserva en cuestión y te sientas ahí te dice amenazadoramente que pone la reserva para que nadie cierre esa ventana ”porque si no, nos morimos todos de calor”. La comida mediocre. El desayuno pasable, hay buen yogur natural, fruta y algún bollo casero, pero falta algo caliente como huevos, bacon... Conclusión: su ubicación a pie de playa y las vistas desde las habitaciones orientadas al mar garantizan el lleno en verano, para qué molest**** en más...
Muy bueno
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