Usuario invitado
28 de septiembre de 2023
Este hotel fue creado en los años sesenta en un lugar precioso, la bahía de Port Lligat. Pero ha ido degenerando y envejeciendo mal. Está bastante abandonado, con hilos eléctricos que cuelgan, muebles viejos y decrépitos, una decoración espantosa, agujeros en las paredes. En la recepción se les debió romper un cristal y lo han sustituido por un cartón. En mi habitación solo funcionaba una bombilla de las seis de la lámpara del techo. No funciona el wifi. La cama no estaba mal y el baño correcto pero los muebles eran como de saldo. Tienes suerte si puedes aparcar en el parking, de solo unas 10 plazas. El desayuno es horrible, pero puedes tomarte un café en la terraza del bar (en realidad tampoco es un bar y no sirven nada) con una vista increíble de la bahía. Es incomprensible que los dueños no sepan aprovechar la situación del hotel. Además es carísimo para lo que ofrecen. Qué lástima...