La ciudad antigua de Gjirokaster, como Berat, tiene enormes cuestas, por lo que es importante saber dónde nos vamos a alojar, a fin de evitar caminatas empinadas o callejuelas imposibles. Kalemi ofrece dos hoteles, siendo más atractivo e impresionante (según fotos y comentarios) el nº ”2”, que fue el elegido por nosotros. PROS: magnífico edificio propio en piedra y con excelente decoración autóctona; personal de recepción, de habitaciones y de comedor muy amable y atento; nos dieron una habitación de matrimonio en el primer piso con vistas a la ciudad; muy espaciosa (con dos ventanas y un sofá antiguo) con muebles de época de muy buena calidad y una decoración impresionante, especialmente el artesonado del techo (pocos hoteles ofrecen algo así); cama muy grande con buen colchón, almohadas y lencería, blanca y limpia; TV con canales (alguno internacional); minibar; calefacción centralizada suficiente y además, un radiador de aceite (no hizo falta tanto potencial, pues, aunque bajamos de cero grados afuera, la madera es muy acogedora); baño pequeño pero suficiente y todo nuevo; ducha amplia con mampara en muy buenas condiciones, con agua caliente suficiente; amenities normales; toallas buenas y calientatoallas eléctrico que templaba el baño (con ventana al exterior); wifi bien; sueño muy bueno; limpieza general muy buena; el desayuno se sirve en un salón de la planta baja, moderno y bien decorado; no es buffé pero sirven de todo: huevos a elegir, fiambres, cremas, yogures, pan de varias clases, mermeladas caseras y mantequilla, fruta fresca, zumos, infusiones y café algo más europeo, dulces típicos... y en mesas bien preparadas; la ubicación del hotel para pasear por la zona antigua es excelente, a pocos pasos de las principales calles, plazas y monumentos, incluso se puede subir caminando al castillo, túneles y barrio del mercado viejo (hay un autobús); muy cerca de restaurantes y tiendas de recuerdos. CONTRAS: no hay ascensor, pero el personal es diligente para subir el equipaje por la preciosa escalera de madera decorada con encajes y tapices; no hay parking a la vista, pero pudimos dejar el coche justo en la puerta del hotel; el mayor problema es llegar al hotel con el coche, pues Gjirokaster es un pueblo muy antiguo y toda la zona vieja está en cuestas de mucho desnivel, calles muy estrechas (pasa solo un vehículo, aunque son de doble sentido) y reviradas, sin indicaciones orientativas, con suelo empedrado (si está mojado es hasta peligroso) y cruces y esquinas continuos pero complicados; cuesta lo suyo llegar hasta allí, pero una vez en el hotel, todo está ”a mano” y entonces las difíciles calles resultan encantadoras. El no tener ascensor ni parking impide otorgarle una puntuación de ”excelente”, pero merece la pena dormir en un cuarto de hace 200 años (pero cómodo, acogedor y actualizado), perfectamente atendido y por un precio que, para Albania puede parecer alto, pero que equivaldría a un discreto 3 estrellas español. Hay patios, balcone
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