Me fui a la estación de trenes de Berlín, a tres kilómetros del Puente del Río Rojo, y vi la belleza del sol. En busca de una antigua estación de tren que va a la cubierta del Río Rojo. A la hora de mirar el horario, descubrí que era la estación inicial para la defensa marítima. Yo pasé por un puente ferroviario que no podía pasar por un auto en el viento grande. Y yo juzgué que había buscado una estación que ya había pasado por el alcance del mapa. La lluvia se volvió a llover. Un par de botas se pone en el agua.
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Me fui a la estación de trenes de Berlín, a tres kilómetros del Puente del Río Rojo, y vi la belleza del sol. En busca de una antigua estación de tren que va a la cubierta del Río Rojo. A la hora de mirar el horario, descubrí que era la estación inicial para la defensa marítima. Yo pasé por un puente ferroviario que no podía pasar por un auto en el viento grande. Y yo juzgué que había buscado una estación que ya había pasado por el alcance del mapa. La lluvia se volvió a llover. Un par de botas se pone en el agua.