Usuario invitado
21 de septiembre de 2023
Todas las veces que fui a Namibia pasé al menos una noche allí y cuando vuelvo me siento como en casa aunque esté a más de 10.000 kilómetros de casa. Una vez revelado mi vínculo emocional con este hotel, puedo decir lo que nos gusta: el personal, que siempre es amable y receptivo. Antes de partir, molesté a la recepcionista Maike con varias solicitudes y siempre obtuve respuestas duraderas y útiles. Lo mismo ocurre con los camareros, que son amables y profesionales. El restaurante, que sirve muy buena comida, tanto de pescado como de carne, y además un desayuno rico y variado. Ese sabor particular que sólo puede tener un establecimiento original de estilo colonial con más de 100 años de antigüedad. También disfrutamos del jardín interior, lleno de plantas exóticas y grandes árboles. Por último, pero no menos importante, aunque está situado en una pequeña ciudad en medio del desierto, el hotel ofrece habitaciones amplias y confortables equipadas con todo lo que se espera de un hotel urbano.
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