andrea
11 de noviembre de 2021
Las medidas Covid se ignoran casi por completo: nadie, excepto el personal, lleva mascarilla en los espacios cerrados y la mayoría de los clientes de esta zona son ciudadanos rusos no vacunados que ni siquiera sueñan con llevar mascarilla y mantener la distancia. Otro problema es el ruido: las habitaciones no tienen protección acústica, por lo que si coges las de los pasillos, podrás oír a cualquiera que pase por el pasillo, en cualquier momento; aunque pase en silencio. Las habitaciones son espaciosas. Durante el día, suena música a todo volumen cerca de las piscinas centrales: si consigues una habitación en esa zona, ¡disfruta de la música pop rusa a todo volumen! Más música en la playa: ¡diablos! Los clientes rusos son gente educada y civilizada: en otros lugares he tenido clientes rusos de bajo nivel.
La comida es aceptable: los platos locales son buenos. La cocina italiana o internacional es mediocre. Los camareros son muy amables, pero muy pocos y no están bien formados en el trabajo de camarera. El encargado de la sala es el único con experiencia y trata de solucionar los problemas. La seguridad parece estar bien gestionada y el personal parece muy honesto: si pierdes algo, te lo devolverán sin problemas.
¡El Wi-Fi funciona terriblemente en casi toda la estructura! Compra tarjetas SIM locales en el aeropuerto con al menos 10-12 GB por semana. ¡Los datos funcionan bien! Creo que otros hoteles también tienen problemas similares.
Texto originalTraducción facilitada por Google