Usuario invitado
3 de octubre de 2021
Lo único positivo de la estancia es la ubicación. Decidimos hospedarnos mis padres, mi hermana y yo en este hotel de la isla de Paros. Primero, antes de nuestra llegada intentamos contactar con el gerente para ver si nos podía ayudar a alquilar un coche, algo fundamental para disfrutar de la isla. Nos dijo que le llamásemos al día siguiente para ver si había conseguido algo. Nos colgó todas las llamadas, nos dijo que no se acordaba de quienes éramos y de repente no hablaba inglés. En conclusión no quiso ayudarnos. Las habitaciones son simples y anticuadas, el baño es muy pequeño, la ducha muy reducida y la iluminación muy pobre. El olor a rancio predomina por los pasillos y en los baños de las habitaciones. Los desayunos son propios de un hotel de la época de la estalinista; tremendamente escaso. Tiene fruta de bote, fiambre, queso, huevos cocidos y zumo industrial. Si eres una persona que le da importancia al desayuno, este no es tu sitio. Para nuestro asombro, nos enteramos en el check out que el desayuno es un extra a pagar. No merece la pena. El gerente parece ser el problema de este sitio con un enclave tan idílico, le escuchamos a una cliente que le preguntó al gerente a que playas le recomendaba ir por el fuerte viento, la respuesta del gerente fue que no fuese a ninguna playa, que se quedase en la piscina. En conclusión se palpa las pocas ganas de ayudar a sus clientes. No recomendaría ir a este hotel si lo que buscas es descansar y disfrutar del hotel, como hotel de paso si es recomendable. La única persona amable fue una camarera que nos atendió por la noche, su nombre es Eirini, ella nos recomendó sitios a visitar.