Usuario invitado
30 de enero de 2023
Desde la entrada al recinto donde se encuentra el hotel, ya tienes esa sensación de estar en un lugar privilegiado: los paisajes verdes, la tranquilidad de no escuchar tráfico, el olor a montaña y la sensación de retiro, hacen que la primera impresión sea más que buena. Aparcamos para hacer el check in y nos dirigimos a la zona de recepción. La recepcionista fue muy amable, cercana y profesional. Nos informó sobre todas las tarifas y servicios que ofrece el hotel, los horarios y las instancias a las que podíamos acceder. Nos dirigimos a la habitación y encontramos unos bombones de bienvenida. Fue un detalle muy acertado. Por la noche cenamos en el restaurante del hotel y la experiencia fue bastante desagradable. La comida parecía de catering, estaba preparada con poca gracia y el producto que se ofrecía en la carta no era el producto que llegaba a la mesa. Los tomates de cosecha propia eran insípidos, se notaba que realmente eran comprados a un proveedor o supermercado. La mozzarella de búfala era en realidad de vaca porque se les había terminado el producto, o eso nos dijo el camarero, una vez el plato estaba ya en la mesa. Los otros platos no estaban a la altura de los precios fijados: precios altos y calidad del producto muy baja. Esperamos bastante tiempo cuando pedíamos algo a los/as camareros/as. Es una lástima que lo mejor de la cena fuera el vino. Tampoco pudimos tomar postres, ya que cuando nos trajeron el segundo plato tras un buen rato de espera, nos comentaron si queríamos postres porque iban a cerrar la cocina. Entendemos que cada cocina tiene su horario, pero un sábado a las 22:15h, considero que no es hora de cerrar una cocina. No nos pudimos terminar el steak tartar, ya que pedimos tostadas porque las que vinieron primeramente estaban blandas. Le pedimos al camarero un bol grande de tostadas para tomar con el steak tartar. Nos trajo 4, pedimos más y al cabo de 20 minutos seguíamos esperándolas. Nos retiraron el plato con más de la mitad de la comida en él, y cuando el camarero ya lo tenía en la mano, preguntó si habíamos terminado. Al final le dijimos que se lo llevara porque llevábamos media hora desde que nos sirvieron el plato esperando las tostaditas. Sin más dilación, el camarero se giró y se llevó el plato. Parecía que todo el personal tuviera prisa por plegar, fue muy incómodo. Al recibir la cuenta, nos querían cobrar toda la comida, desde la mozzarella que devolvimos hasta los platos que no nos permitieron terminar. Nos pareció abusivo que cobrasen la totalidad de los platos que no pudimos comer. El servicio fue lamentable. Hay que decir que el desayuno sí fue una buena experiencia, pues había bastante variedad y la comida estaba buena y bien cocinada y las pastas bien horneadas. En resumen, habitaciones con encanto, con unas vistas preciosas, aunque podrían mejorar la limpieza y poner más toallas. La atención por parte de recepción fue muy correcta, aunque al hablar sobre la cuenta de la cena se puso nerviosa. Consider