EEsFer07Somos “habituales” en este hotel (este año me he enterado que hay personas que han estado alojadas 39 veces, por lo que nuestra habitualidad se reduce en comparación) y cada año lo disfrutamos a tope. Cada año hay ciertos cambios, algunos muy buenos, algunos no tanto, y por suerte manteniendo la esencia que hace de este hotel un lugar estupendo para desconectar y disfrutar las vacaciones. El año pasado no redacté una crítica y creo que se puede comparar lo del año pasado con este. *) Beach club: lo más destacado este año es el espacio habilitado en la planta alta del beach club para el régimen “todo incluido” con un buffet con hamburguesas, perritos, patatas, ensaladas, bebidas, nachos, granizados, … Una maravilla de lugar en una altura desde donde poder ver la playa y el mar, tomar unas bebidas y comer algo. Hace del lugar un sitio estupendo donde pasar un rato. Además, se optimizan los tiempos de espera para comer o pedir bebida, y se aligera el trabajo de los camareros (el año pasado los tiempos de espera en las mesas eran muy elevados, y se veía mucho estrés en los trabajadores). Esta idea tiene una palabra: BRILLANTE. Y quien haya pensado en el granizado de café frapé le tienen que dar un premio (¡qué espectáculo de sabor!). Como todo, tiene sus contras. El mantenimiento de los frescos es bastante malo. Se han utilizado unas mesas refrigeradas antiguas que estaban en el hotel Don Marco que, sencillamente … no enfrían. La comida al de un par de minutos no está bien conservada: los tomates calientes, la lechuga lacia, y el chocolate derretido. Creo que la idea es buena, pero debería haber unas mamparas o protectores que mantengan el frío. Además, para la zona de las gominolas y frutos secos debería haber unos botes con tapa para mantenerlos frescos también: da mucha lástima ver cómo a las 18:30 se tira todo a la basura por el mantenimiento de los alimentos, cuando con unos pocos recipientes se evitaría. *) Piscina: en la zona de tumbonas a finales de agosto principios de septiembre había bastante sitio (no tenía mucho sentido indicar a los socorristas que siguieran controlando la estancia en las hamacas con las “multas” cuando había muchas tumbonas libres. Entiendo que en agosto pueda tener lógica, pero después no nos parecía necesario). Las tumbonas al parecer se han renovado, pero son del mismo modelo que las azules que había hace años: la verdad, incómodas, hundidas, y me levantaba cada día con dolor de espalda (mi mujer dice que para ella no eran malas, con lo que igual es mi apreciación). Lo que quiero destacar son las sombrillas “Frankestein”, hechas con trozos de otras varias sombrillas (los pies de unas, la barra de sujeción de otras, el “paraguas” de otras), además de estar ancladas sin poder regular la altura. El objetivo es que no se vuelen con el aire, pero si sopla un poco, vienen corriendo los socorristas y las cierran (además de haberse volado en ocasiones). No se podía cambiar la altura, y buscar la sombra de este modo era
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