Usuario invitado
28 de octubre de 2021
Decidimos volver a Abu Dabbab tras la crisis de la pandemia con el recuerdo de nuestras experiencias en octubre de 2010 y 2012. Por aquel entonces el Malikia Resort se llamaba Hotel Sol y Mar y la bahía era un magnífico lugar con abundancia de corales, mayor diversidad de vida marina y tranquilidad para los amantes del snorkel y la fotografía en arrecifes bajos. Pero esta vez todo había cambiado y el descuido total y la codicia habitual de los egipcios ha convertido la bahía en un sitio aglomerado, lleno de boyas y embarcaciones, de grupos y más grupos de buceadores, de excursiones de otros hoteles apilados por todos los rincones de la bahía para perseguir a las pobres tortugas y a los pobres peces "supervivientes" a la masacre causada por el turismo exagerado y descontrolado. Para acabar de estropearlo todo, la construcción de un "pontile" para acceder directamente al "blue hole" al que antes solo se podía acceder nadando y bordeando el arrecife ha convertido ese espacio en otro lugar de acumulación de gente. Y eso tiene un precio, señores... El deterioro de todo el entorno al que ya NO MERECE LA PENA VOLVER. Pero a ellos eso no les importa, solo importa ganar dinero de la forma que sea. En este sentido también han construido un parque acuático para hacer de la piscina un lugar incómodo y ruidoso. Por otra parte, todo el hotel y sus instalaciones están muy deterioradas y no han renovado nada en años y años. Las habitaciones son incómodas, la comida pobre , aburrida y aunque los platos del día se sirven a través de mamparas no hay ningún tipo de medida sanitaria que evite la contaminación de los alimentos tipo mermeladas y derivados lácteos que están expuestos día tras día sin ninguna protección. Gracias a eso, mi esposa paso tres días con problemas gastrointestinales. Por descontado, las medidas OBLIGATORIAS para prevenir infecciones por COVID-19 ni se las plantean y a los clientes del hotel tampoco parecía preocuparles demasiado. Ellos combaten la infección con bebidas alcohólicas desde las 10 de la mañana y hasta que el cuerpo resista. Por cierto, y haciendo referencia a los clientes, se trata de lo más selecto y florido de Polonia, Rusia, Ucrania, Hungría, etc. La gerencia del hotel ha vendido su alma al diablo y trae paquetes de viajeros que llenen el hotel y sus bolsillos sin preocup**** de nada más. Por descontado, sigue existiendo también la vieja historia de las propinas a los trabajadores del hotel que piden euros por cualquier "servicio" y siempre ponen mala cara, la llave que no abre la puerta de la habitación (cuatro veces en 10 días y dos veces en un mismo día), el WIFI caro, complicado de utilizar y poco fiable y otras muchas circunstancias que han conseguido que, esta vez sí, habrá sido la última vez que pisemos ese país. En su favor, tengo que decir que no puedo hacer directamente responsable a la gerencia del viento ni de las mareas que han azotado la bahía para acabar de fastidiar nuestra estancia en el Malikia Resort. En fin,