Helguera Palacio Boutique Antique(Helguera Palacio Boutique & Antique)

Ha sido una experiencia súper decepcionante , desde la nota de recibimiento en el hotel “Estimado cliente, Si usted desea adquirir un bote de crema o un bote de jabón , estan a su disposicion en recepción. Por favor no se lleven el de la habitación. Gracias “ A la tardanza en el desayuno y la cena, los sillones del jardín todo el día tapados con lona ( no llovió en todo el día ). Estuvimos en la habitación Condes de las Torres, con un escalón entre la salita y la habitación , con poca luz natural , papel higiénico volador. Ningún detalle de bienvenida a parte de la nota de los jabones . Personal súper amable pero muy escaso , una sola persona para el desayuno y la cena, en los desayunos tardamos más de 3 cuartos de hora y la cena fue eterna de más de 2 horas sin postre. El entorno es precioso pero no lo recomiendo.

Actualmente nos encontramos alojadas en el Palacio y nuestra experiencia en cuanto a la habitación es decepcionante. Habitación abuhardillada de tamaño raquítico para las dimensiones de la edificación, muy mala distribución: ducha a la vista pegada a la cama, lavabo también dentro de la zona de dormir incrustado en la pared quedando el espejo a una altura muy baja debido a que el techo en esa zona no permite estar de pie. Nespresso en una zona imposible de manejar sin estar doblada. Armario mínimo con altura ínfima. No existe lugar para dejar resto de ropa. Armarios y aparador cerrados con llave limitando aún más el espacio. Cama cómoda pero muy alta. Sillas muy bajas. Aire acondicionado en un lateral incidiendo directamente en la cama. Precio por noche rondando los 400€/noche desorbitado para el alojamiento en sí. Servicio excelente, decoración exquisita y exteriores muy agradables que hacen que la estancia se relativice pero cuándo eliges este tipo de alojamiento es para tener una experiencia increíble, sobre todo, a la hora de estar en la habitación. He venido con un amiga y es incómodo tanto las alturas de la misma cómo el tamaño para dos personas así cómo la ducha a la vista. En nuestra planta hay 4 habitaciones de 11 en una buhardilla de un palacio sin ascensor lo cuál no entendemos la lógica con las dimensiones totales del mismo.

El hotel muy bonito, el entorno y vistas muy relajantes y el servicio genial pero... La relación calidad precio se cae en el momento que teniendo una piscina cubierta no tienen encendida la climatización, el agua está a 20 grados. Te cuesta meter un pie. Una pena desaprovechar el gran atractivo del complejo. Es un sitio para desconexion y relax, y solo puedes utilizar el jacuzzi, pero claro hay más huéspedes por lo que no lo disfrutas bien. Por la noche cenamos en el restaurante, nada que objetar, muy bien todo,pero al salir la zona del hotel estaba todo muy oscuro y aun era pronto...deberían tener un poco de luz de ambiente...hasta las 00.00 aunque sea. Muy caro para lo q ofrece...Esperaba todo de 10 y no ha sido así.

Lugar idóneo para el relax, para calmar mente y cuerpo. La habitación con chimenea invitaba a disfrutar del silencio y del entorno. Cama y almohadas comodísimas. Cabe destacar el trato amable, educado y familiar del personal, tanto de recepción, zona de spa, y restaurante Trastámara. Labor impecable la del personal del restaurante, hicimos caso a las sugerencias del camarero y fue todo un acierto. El restaurante está a la altura del hotel. Ha sido un fin de semana de cuento

Un verdadero hallazgo. El palacio hace honor a su nombre. Helguera tiene todo lo que distingue a un hotel boutique. Habitaciones exquisitamente decoradas, cada una con cuidada ambientación. El entorno, en medio de un zona rural de Cantabria, es perfecto para huir del mundanal ruido. Fuimos dos veces al restaurant Trastámara. El menú es acotado, pero representa a la perfección la riqueza culinaria de esa región. Y el personal del hotel, particularmente la anfitriona Gloria, es de una calidez y compromiso inigualable. Siempre atentos y diligentes. En síntesis, un sitio altamente recomendable.

Fuimos a comer 4 personas y la experiencia fue excelente. Cocina cántabra con toque de autor, producto km0, nos dejamos aconsejar y todos los platos fueron un acierto, tanto en sabor como en presentación y en calidad del producto. Tomamos lubina salvaje en su punto y fue toda una delicia y la carne de Cantabria, muy tierna y sabrosa. Todo ello maridado con dos vinos estupendos, de bodegas pequeñas, artesanales y ecológicas que nos explicó y recomendó la maitre. Para sorpresa, el postre, llamado "como oro para chocolate", el cual vino acompañado de un moscatel de Alejandría, MR. Málaga, un imprescindible en la carta. Personal de sala exquisito y profesional. Muy atentos en toda la velada. Cada rincón del Palacio es espectacular, el interior, los jardines, el entorno y la ubicación que hace que sea un paraje idílico para visitar y repetir.

Bonito acceso al Palacio, con un recogido patio, después 11 habitaciones diferentes en todo, aunque coincidiendo en la trabajada decoración y mobiliario. También los baños son casi un catálogo de opciones de lavamanos, y algo pequeños. Estilo quizás demasiado recargado en algunas habitaciones, con el inconveniente de muy poca luz, por tamaño de las ventanas y su orientación. Muy original y acertado el tema de las cortinas, también los entelados de algunas habitaciones. Valentía en el color de algunas moquetas (blancas) con muy buen resultado aunque de dudosa practicidad. El colocar tantos muebles en las habitaciones las hace algo pequeñas y un poco incómodas. Acertado comedor y zona de desayunos (elegante, acogedora, luminosa, y funcional). Más bonito que agradable la zona de la piscina cubierta, pues el ruido del aire acondicionado/calefacción es muy elevado. Demasiado pequeña la zona de masajes especialmente si es doble. Muy luminoso y bonito el pequeño gimnasio. Agradables y cómodas las sillas y sillones de las zonas exteriores. Pocas zonas interiores comunes aprovechables pues el acopio de vajillas, cristalerías, etc. las convierte más en show room que en salones que inciten a su uso. Servicio muy amable, servicial y pendiente del cliente. El restaurante normal, quizás con pocas opciones y algo caro, con algunos detalles de cierta inexperiencia en cómo presentar algunos platos o bebidas. En resumen, un interesante ejercicio de decoración de estilo fundamentalmente inglés, probablemente excesivo para muchos huéspedes, con las limitaciones de luz y tamaño propias de algunas casonas antiguas, con muchos rincones agradables y acogedores. Muy buena calidad del sueño y bonitas zonas exteriores. Servicio y horarios propios de los hoteles pequeños, aunque quizás por nivel y precio debería mejorar.