Decepcionada profundamente, de nuevo. Ya la primera vez no estuvo a la altura; y la segunda, peor todavía. La primera fue pagando, y la segunda “por puntos” (ni que decir tiene que puntos conseguidos a base de gastar, pero bien, en Paradores; es decir, somo clientes asiduos, pero no sirvió para evitar ser maltratados y estafados). Mi consejo: no vayáis; seguramente, hay más sitios en Pontevedra donde sí os tratarán como se debe tratar a un cliente. Allí, no. Doy fe. El parking… no existe. Te tienes que buscar la vida; con suerte encontrarás sitio cerca de la Plaza de Abastos (pagando, claro), pero ni siquiera tienen el detalle de tener un acuerdo con un aparcamiento cercano. La habitación… más lejos no la había, literalmente la última habitación del hotel (debió ser porque se pagaba “por puntos”: eso es fidelizar y tener contentos a los clientes). Por cierto, que tendrían que darle una vuelta a la señalización en caso de emergencia, porque este hotel es una trampa en caso de incendio. Pueden comprobarlo Uds. mismos, si pasan por la lamentable experiencia de hospedarse en la segunda planta del mismo, completamente en la otra punta del ascensor: hay escaleras que no conducen a ninguna salida, señalización inexistente de las salidas de emergencia… No sé cómo dejan que este sitio esté abierto. Supongo que hasta que pase algo, como siempre. La comida… mesa reservada hace días -con un cartelito muy mono, eso sí-, tipo camilla, apartada, más pequeña que las demás, al lado del chinero donde cogían los platos y demás para montar las mesas (debe ser también la forma que tienen en este hotel de premiar a los clientes asiduos); casi me sentí apestado -y había bastantes mesas libres, de las normales, vamos-. La espera a pedir… eterna. Y repito que habíamos reservado mesa y hora con antelación: sabían que nosotros íbamos a ir. Y la comida… decepcionante… platos pequeños (debe ser que hay crisis), y comida fría. Para ser un menú degustación… una triste pena (y he probado unos cuantos en Paradores). Eso sí, el espectáculo del flambeado de la piña estuvo curioso, pero innecesario. Yo voy a comer bien a un Parador; para circo, ya busco otro sitio. A media tarde, tomamos algo en el bar… un vino y un refresco… ni unos “kikos” para acompañar… Ni que decir tiene que no cenamos en el Parador… tampoco desayunamos al día siguiente. Por algo sería. Tardamos un poco, pero aprendemos. En fin, una experiencia para no repetir. No perdáis vuestro tiempo y dinero, porque seguramente hay otros sitios que sí lo merecen. Sólo salvo una cosa, eso sí, porque quiero ser justo: el personal de recepción del Parador es encantador. Una lástima que el resto no esté a la altura, ni de lejos.
Muy bueno
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