Usuario invitado
15 de diciembre de 2023
Desde que llegas te sientes como en casa. La casa es como se ve en las fotos, tiene mucho encanto.En la planta superior hay una terrazas con hamacas desde donde se puede ver la puesta de sol tomando un té o una cerveza. Él personal es muy amable, él desayuno típico marroquí muy bueno y puedes tomarla en el comedor, el jardín o, si quieres, te lo llevan a la habitación. Está a unos 20 minutos del centro caminando y, aunque al llegar parece un lugar escondido y peligroso, enseguida te das cuenta de que no es así. Nosotros salimos a cenar todas las noches fuera y no sentimos en ningún momento inseguridad. No puedo hablar de las comidas o cenas porque no lo probamos, aunque nos quedamos con las ganas. Es el lugar ideal para descansar y buscar el silencio y la tranquilidad, después del bullicio de la ciudad. Sí volvemos, repetimos