El recurso humano del hotel es destacable. Desde el momento que llegue la recepcionista Dayse fue muy amable e informativa, el resto de los recepcionistas también lo fueron. Durante el desayuno, la señora que hacía la reposición de stock (lamentablemente no se el nombre) fue una divina, me explicó con mucha dedicación y simpatía sobre los distintos panes y dulces típicos de la zona. La calidad del desayuno en cuanto a material prima, es superlativa. El servicio de housekeeping también fue excelente. Sobre la ubicación es comodísimo. Río Vermelho tiene mucha actividad, cuentan con un servicio de transporte hacia la entrada del complejo por si llueve por ejemplo,o para cuando el huésped lo desee. Las vistas desde la terraza y restaurante son bellísimas hacia el mar y las zonas de Barra,Odina y Río Vermelho. La habitación donde estuve hospedada, tenía vistas hacia el interior del complejo, no son las mejores ya que se ven los techos vecinos pero al ubicarse en una ladera, permite ver un poco más allá. Como crítica constructiva, si bien la habitación es muy cómoda, estéticamente genera un gran contraste en relación a los espacios comunes, estos son muy modernos, pero la habitación que me tocó, estimo las de su alrededor también, no reflejan la misma imagen, son bastante más viejas. La mampara del sanitario necesita cambiarse, da muy mal aspecto y se puede interpretar como sucia, cuando en realidad es vieja. Los televisores no cuentan con alternativas de aplicaciones tipo Netflix, para quienes estén interesados. Igualmente estos detalles no hacen a la estadía en general, es un placer la atención al público y la calidad.
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