Usuario invitado
1 de diciembre de 2023
La prepotencia de los recepcionistas no tiene parangón. El trato es por encima del hombro y como si hablasen con tontos. Eso sí, todo con la típica sonrisa de "me tiran las coletas". Son un hombre y una mujer que parecen entrenados por el mismo Coach. Si quieres amabilidad, desde luego, no en este hotel. Aquí no hay amabilidad, hay petulancia. Ni se te ocurra reservar la habitación que llaman superior. Es del mismo tamaño que la normal y, aunque indican que la cama es extragrande, es lo mismo que la normal pero en lugar de dos colchones sobre dos canapés de 90 juntos, te dan un solo colchón de 180 cm. Te hacen pagar más y estás en peores condiciones de comodidad. Cuando lo comentas te dicen "no habrá entrado usted a medir los colchones". Ese tipo de respuestas y otras "flores" te sueltan. Se ven perfectamente las condiciones de las habitaciones porque las arreglan con las puertas abiertas. Son todas iguales. Dicen estos "amables" recepcionistas que la diferencia es que te prestan el albornoz para el spa (que si no también te darían en el spa porque nadie iba sin él). No volveré a un Silken.