Usuario invitado
10 de octubre de 2021
Es la primera vez que me alojo en un apartamento ubicado en el interior de esta casa palacio de dos plantas, cuyo inmueble data del siglo XVIII, aunque con reformas. Está situada en la calle Luna (una de las vías más transitadas de El Puerto de Santa María), jalonada de establecimientos de hostelería y locales comerciales. La playa de la Puntilla se encuentra a unos veinticinco minutos andando. La recepción de este alojamiento está dentro de la Casa Palacio Los Leones, situada en una calle muy cercana. Para empezar y en cuanto a los espacios comunes del inmueble, lo más destacable es la inexistencia de ascensor. Si a esto le sumamos que la escalera de mármol está un poco en curva y tiene escalones más bien altos, la subida del equipaje hasta el apartamento puede resultar una auténtica odisea cuando se va muy cargado. El apartamento que me asignaron (para un hospedaje de siete días) estaba ubicado en el ático y disponía de aseo, cocina, dos dormitorios (uno con una cama y otro con dos) y un salón-comedor. Destacaría especialmente la amplitud, comodidad y buena iluminación natural de este último, aunque podían apreci**** desperfectos en el sofá. La cocina contaba con toda clase de utensilios (vasos, platos, cubiertos, etc.) y estaba dotada de vitrocerámica, microondas, frigorífico, lavadora, etc. Asimismo, ambos dormitorios eran espaciosos y cómodos. Lo peor fue el aseo, que era pequeño (si lo comparamos con las restantes habitaciones) y no disponía de espacio suficiente para la colocación de todos los útiles de higiene. Pero al menos tenía una bañera de tamaño mediano para poder asearme cómodamente (detesto los platos de ducha). Además de todo lo anterior, había una televisión de pantalla plana, dos aparatos de aire acondicionado (en salón-comedor y uno de los dormitorios) y wifi. A pesar de resultarme un apartamento cómodo y completo en cuanto a equipamiento, debo resaltar algunos puntos débiles que deberían mejorar en la medida de lo posible. Encontré hormigas en el aseo y en uno de los dormitorios, aunque tampoco pudo calific**** de “invasión”. Por otro lado, el portón había que cerrarlo con cierta fuerza; de lo contrario se quedaba abierto (de hecho me lo encontré así la mayoría de las veces que entraba o salía del inmueble), con el riesgo que ello supone en cuanto a posible entrada de intrusos en cualquier momento. También pienso que (al menos en verano) la limpieza y cambio de toallas debería hacerse con algo de más frecuencia y no cada tres días. Pero sobre todo destacaría la falta de civismo de algunos huéspedes, que llegaban a altas horas de la madrugada hablando bastante fuerte, lo cual hizo que me resultase imposible dormir de forma ininterrumpida en dos noches de mi estancia. El personal de recepción destaca por su amabilidad. Aunque considero que debería haber algún responsable del establecimiento en horario nocturno dentro del inmueble para que controle todas las incidencias que acontecen a esas horas (portón abierto, conductas in