Usuario invitado
4 de abril de 2024
Estuvimos dos parejas del 23 de Marzo al 1 de Abril. Una de las personas discapacitada en silla de ruedas. Es un hotel tranquilo, alejado del centro sin grandes pretensiones, solo pretendíamos descansar, ya sabíamos a donde veníamos porque conocemos la zona sobradamente. No es un hotel para animaciones ni nada de eso, sino para disfrutar de un cómodo descanso, A la llegada nos encontramos con unas habitaciones muy bien diseñadas para discapacitados, (Lavabos, ducha y WC de lo mejorcito, con armarios con perchero reclinable) pero con un problema, y es que la cama era demasiado baja para hacer las transferencias. Se pusieron manos a la obra y, a pesar de ser domingo consiguieron disponer de patas de la cama mas altas que solucionaron el problema, lo cual les agradecemos. Las habitaciones eran como bungalows individuales con terraza propia muy agradables. Nos alarmamos en la cena porque el día de la llegada la verdad es que la comida no fue nada buena, pero fue solo esa cena, los demás días, desayuno y cenas geniales y bastante aceptables, con días temáticos (comida mexicana, china, postres de Pascua, etc..). A pesar del susto inicial, todo bastante aceptable (menciones especiales para los salmones a la sal, la cabra canaria estofada, carnes a la plancha, y los desayunos bastante completos para todos los gustos) La limpieza no es el punto fuerte, hay veces que se ve que van demasiado rápidas y eso se nota y vimos alguna cucaracha si, pero es endémico de las Islas Canarias y más en habitaciones como las de este hotel, donde las habitaciones están a pie de calle con terraza propia e individual, jardines y macetas por todas partes. La piscina climatizada muy recomendable y muy bien adaptada para bajar en silla de ruedas, lo cual se agradece, pues es poco corriente. El comedor a veces es ventoso pero agradable, completamente abierto al exterior pero cubierto, nos encontramos muy a gusto a pesar de ser unos días bastante frescos (había estufas de torre con llama que amortiguaban la corriente fresca). He leído alguna opinión contraria a los gatos, pero no la comparto en absoluto, solo hay dos, perfectamente educados y entrenamos, que no sobrepasan nunca la línea de la zona donde se encuentran los alimentos, quedándose sentados a la puerta, me resultó agradablemente insólito y no molestan en absoluto a la gente. Por último el personal. Es sin dudarlo lo mejor del hotel, muy atentos, serviciales y trabajando con ganas de agradar a las personas que usan las instalaciones. Los problemas que encontramos los solucionaron perfectamente y en el comedor el trato de los camareros es de lo mejor que nos hemos encontrado. Mención especial para el brasileño Giulio, excelente profesional, pero ninguno de los que atendían desmerece lo más mínimo, nos fuimos de allí con un buen recuerdo de todos ellos.